La terapia por la vía venosa periférica (IV) es uno de los procesos más comunes para la administración de fluidos, fármacos, productos sanguíneos y terapia nutricional en el medio hospitalario. El personal de enfermería es el encargado de insertar y mantener la vía, así como de administrar el tratamiento intravenoso. Por lo tanto, debe de realizarse una correcta práctica clínica para minimizar el riesgo de inflamaciones, como la flebitis, y aumentar tanto la seguridad como el bienestar del paciente.
Antes de la inserción de la vía, se deben de tener en cuenta ciertos aspectos que ayuden a la prevención de posibles complicaciones. Entre estos, se puede mencionar:
- Informar al enfermo que al ser portador de un catéter venoso deberá tener unos cuidados en cuanto a movilización que no lo imposibilitan, pero sí que son condicionantes.
- Seleccionar los catéteres en función del objetivo buscado y la duración del uso prevista, de las complicaciones infecciosas o no infecciosas conocidas
- Evitar las venas del MMII por riesgo de trombosis.
- Procurar que el punto de inserción no dificulte las actividades diarias del paciente.
Una vez colocada la vía, tiene que ser revisad y evaluada cada día y siempre que se necesite. Por otra parte, siempre se debe sustituir el apósito cuando se observa sucio, mojado o despegado, limpiando con un antiséptico la zona antes de colocar el nuevo apósito. Para el lavado o sellado del catéter, introducir una jeringa de suero fisiológico en cantidad suficiente para cubrir el doble del calibre del catéter y el reservorio del tapón o la llave de tres vías. Además, se debe evitar mojar el catéter, cuando el paciente se vaya a duchar se le colocará un protector impermeable que cubra el sitio de inserción y las conexiones.
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