Se presentan en forma de tubos que son introducidos de forma invasiva en determinadas zonas del cuerpo en las que se ha producido una acumulación de sangre, líquidos o gases. La función de los mismos es conseguir expulsar estas sustancias al exterior o a otro dispositivo apropiado.
La retención y acumulación de líquidos o gases puede ser producida ya sea por abscesos, para expulsar las sustancias acumuladas y evitar que se vuelva a infectar; lesiones traumáticas, en las cuales se liberan los líquidos extravasados provocados por dichas lesiones; o por la propia intervención quirúrgica, para indicar el origen de la hemorragia en caso de fuga.
Para el cuidado de los drenajes, es preciso seguir las siguientes indicaciones:
- En primer lugar, enumerar todos los drenajes que porte el paciente.
- Es preciso curar diariamente la zona de inserción del drenaje limpiando de dentro hacia fuera con un antiséptico y siempre con material estéril para garantizar la mayor asepsia posible y así, evitar infecciones nosocomiales.
- Se debe cambiar el apósito o vendaje frecuentemente y siempre que este se encuentre sucio, húmedo o suelto.
- Es muy importante controlar el estado de la piel y registrar todas las alteraciones en la zona de inserción que pudieran dar lugar a infección. Del mismo modo, se debe apuntar las curas realizadas, la cantidad y el aspecto del contenido drenado.
- Cambiar al paciente de postura frecuentemente para evitar la aparición de úlceras.
- Garantizar la permeabilidad, en los drenajes de aspiración continua, evitando escapes durante el cambio de dispositivo. Para ello, se debe pinzar y despinzar el tubo próximo a la zona de inserción antes y después de cada cambio.
- El drenaje debe estar colocado a una altura inferior del paciente para que así la gravedad favorezca la expulsión del contenido.
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