Lo primero que se debe hacer, es pensar en nuestros hábitos actuales y reflexionar sobre por qué queremos cambiarlos. Para llevar a cabo esta meta, o incluso iniciarse en algún nuevo hábito, es fundamental la motivación y el apoyo social.
Los mayores problemas a la hora de intentar cambiar los hábitos dietéticos son la reticencia a dejar de comer los alimentos que más nos gustan, pensar en que habrá que dedicar más tiempo a la cocina o a asociar la dieta sana con una alimentación monótona y aburrida.
Si se quieren mejorar los hábitos, se puede empezar por investigar sobre alimentos que puedan ser sustituidos por otros más saludables. Por ejemplo, existen alternativas al azúcar para endulzar los alimentos, como por ejemplo el plátano, los dátiles, la canela, manzana, calabaza o la fruta deshidratada entre otros. Del mismo modo, también se pueden sustituir algunos métodos de cocción, como hornear, cocer, hacer a la plancha en vez de freír, así como jugar con las especies para hacer los alimentos más sabrosos.
Es muy importante interesarse por las etiquetas de los productos para identificar aquellos alimentos más interesantes nutricionalmente (hay un post donde explica cómo analizarlas).
Una vez iniciados en los hábitos, es importante mantenerlos y, para ello, hay que seguir con la motivación inicial, mantener un buen autocontrol y es fundamental el ambiente social. Por otra parte, mantener la dieta depende de si esta es estricta o flexible. Si es muy estricta, será más difícil mantenerla, ya que si un día no se cumple, es probable que se abandone definitivamente. Por el contrario, si es una dieta flexible, que permite de vez en cuando tomar alimentos con más grasa o azúcares, es más fácil de mantenerla a largo plazo.
Fuentes:
No hay comentarios:
Publicar un comentario