Se trata de la alteración del metabolismo de los hidratos de carbono y es detectada por primera vez durante el embarazo.
A diferencia de los otros tipos de diabetes, la diabetes gestacional no es producida por una carencia de insulina, sino por los efectos inhibidores de las otras hormonas sobre la insulina ya secretada. Esto produce una resistencia a la insulina, que se presenta generalmente a partir de las 20 semanas de gestación, causando un alto nivel de glucosa sanguínea que puede afectar el embarazo y la salud del bebé.
En muchos casos, los niveles de glucosa en sangre retornan a la normalidad después del parto. No obstante, los hijos de la madre que ha tenido DG tienen más probabilidades de presentar diabetes de tipo 2 en el futuro.
Para el diagnóstico de la DG, se debe realizar la prueba de tolerancia a la glucosa para controlar el nivel de esta en sangre. Si se confirma la enfermedad, se deben mantener los niveles de glucemia estables, así como una continua vigilancia del bebé durante el resto del embarazo. Del mismo modo y al igual que en el resto de diabetes, es necesario realizar una alimentación saludable, hacer ejercicio, controlar el peso y, si fuera necesario, tomar medicamentos o aplicar un tratamiento con insulina.
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